Día internacional del yoga

Para mí, hoy es un día con un gran significado. Por una parte comienza el verano y por el otro se celebra a nivel internacional, el yoga.
Hace una hora aproximadamente hice algunas asanas, pude concentrarme más en mi respiración y desde un comienzo mi intención era honrar la práctica de hoy.
Cuando conocí el yoga tenía 20 años, estuve inscrita en una escuela y recuerdo que en cuanto terminaba la clase, me cambiaba de ropa y me iba al trabajo y de ahí a la aula universitaria. Por cuestiones de tiempo, tuve que salirme. La escuela y el trabajo demandaban más atención. Pasaron dos años aproximadamente, terminé la carrera y pude regresar al yoga pero esta vez a otra escuela. Todo iba bien, tuve un maestro excelente porque me ayudó a entender que esta forma de vida (porque así lo es) es más que tener flexibilidad o hacer posturas con un grado de dificultad alto. Recuerdo perfecto cuando me enseñó a meditar a través de mis sensaciones cuando tomaba café y cómo mi concentración se volvía en una atención plena.
Después mi vida tuvo un giro inesperado cuando tuve el accidente en casa y por recomendaciones médicas tuve que dejar el yoga y cualquier actividad donde los ejercicios bruscos afectaran mi cabeza.
Y aunque no estuve practicando por muchos años, siempre estaba al pendiente de todo lo que envuelve este bello mundo. 
A partir del 2017 retomé el yoga porque una parte de mí me decía que ya estaba lista para seguir alimentando mi espíritu, mi mente y mi cuerpo. Sabía que tal vez no todas las asanas podría hacerlas pero no es una cuestión de competencia, es una cuestión de amor.
Practico cosas muy básicas pero así sea lo más sencillo si lo haces con mucha constancia, dedicación y fluyendo, los resultados son notorios y cuando hablo de resultados me refiero a aquello que llevas en tu interior y que después se refleja en el exterior.
Para mí tampoco se trata de usar el tapete más costoso o la ropa exclusiva para la práctica. Con tus propios recursos y con un mat básico puedes moverte y disfrutar.
Soy alguien que constantemente tiene estrés o episodios de ansiedad y muchos también lo tienen. Para mí el yoga ha sido una medicina para mi alma y para los constantes pensamientos que pueden causar turbulencias.
Cuando no sé qué hacer o creo que las cosas no van por buen camino, de inmediato me voy al tapete y comienzo a moverme, pasados veinte minutos, mi mente está más clara y mi corazón está tranquilo. Quienes seguimos este camino no estamos exentos de corajes o de enojos ¡claro que los sentimos! la diferencia está en cómo vas a enfrentar aquello que no puedes cambiar o que te es desagradable.
Este día solo quiero seguir agradeciendo y sentirme feliz porque hago algo que llena de luz mi alma.
¡Namasté! 💟☕


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